Definitivamente que el venezolano es vivo (o se la da) en donde se pare. Y precisamente esta actitud es la que tantos problemas nos está ocasionando, justo ahora, momento en el cual muchos apuestan por irse de Venezuela y escapar de la tragedia del Socialismo del Siglo XXI, al encontrarse con xenofobia en otros países, gracias a nuestra mala fama.
Seguramente ya has leído muchos titulares de medios noticiosos de todo el globo en donde los venezolanos salimos a relucir como tramposos, como estafadores, fraudulentos o delincuentes. ¡Qué fama hemos construido! En México, Panamá, Aruba, Costa Rica, Argentina, Puerto Rico, Miami, España, Colombia, Perú y muchos otros lugares ya estamos “rayados”. ¿Gracias a qué? A nuestra manía de querer joder a los demás, de siempre querer hacernos ricos de la noche a la mañana, de joder al otro sin importarnos las consecuencias que eso acarrea.
Y hoy, ¿cómo no?, vengo a hablarles aquí de una experiencia personal, real, que tuve con una empresa estafadora, y su dueño, un venezolano tramposo y fraudulento en su más pura expresión.
Y es que, ¡está bien!, probablemente seamos verdaderamente “vivos” y los más arrechos del planeta… pero, ¿nos vamos a joder entre venezolanos?
Paso a relatarles mi experiencia con la pseudo empresa, empresa fantasma o empresa de maletín HRBIntel, una firma estafadora con la cual tuve la mala suerte de toparme y trabajar:
En diciembre del 2015 me contactó vía Facebook una persona X interesada en mis servicios de Diseño Web. Me indicó que tenía un amigo que vivía en el exterior que estaba buscando un diseñador web más económico que los que había allá en Australia, pero que además entendiera lo que quería el dueño de la empresa. Al ser venezolanos, en teoría, deberíamos entendernos mucho mejor… primer error.
Me pone en contacto telefónico con un tal Juan, así, sin apellido, el cual resultó ser el Gerente de Exportación, Comercialización y Ventas aquí en Venezuela de dicha empresa. Con ese rolo de cargo, cualquiera se impresiona. Menos mal que yo no me impresiono ni con cargos, ni con títulos universitarios, ni con tetas 44C. En fin, hablé con el tipo y éste me explicó que querían diseñar su página web, una web corporativa, sencilla, informativa, en la que se mencionaran los servicios que presta la empresa. Me acotó además que ya habían tenido una mala experiencia con un diseñador web anterior, el cual los había “supuestamente estafado”, pues ellos le pagaron y el tipo nunca hizo nada. Por tal motivo estaban “desesperados” buscando un profesional serio que les resolviera su dilema.
En vista de esto, y sin ahondar en los detalles del anterior diseñador, porque sencillamente no me interesan los problemas de los demás, le expliqué que sí podía hacer lo que querían, le dije en cuánto tiempo, cuánto costaría y cómo podían pagar (error mío). Normalmente, al venezolano pelabola de aquí le ofrezco cómodas formas de pago para mis servicios de diseño web, pero a los clientes del exterior no. Al ser la empresa de un venezolano en el exterior, decidí, por idiota, tener la misma consideración y ofrecerle las mismas facilidades.
También le expliqué que yo no hago reingeniería o trabajos sobre trabajos de otros, puesto que no me gusta heredar cangrejos ajenos. Le dije que yo empezaría un proyecto web desde cero, con data nueva, imágenes nuevas, diagramación nueva, condición en la que el gerente de pacotilla estuvo de acuerdo.
El tipo quedó encantado con mis precios y mi experiencia, y fijó hacer el primer pago (de 4 en total) para finales de diciembre de 2015. Pasaron las semanas, y el pago no se realizó. Normalmente no le jalo bolas a los clientes, puesto que si tú como cliente te comprometes a pagar algo en una fecha específica, debes cumplirlo y punto… pero recordemos que estamos hablando de un “venezolano del común”, un irresponsable más.
Lo cierto del caso es que a mediados de enero el tipo me llama y me dice que ahora sí, van a realizar el pago. Le dije que antes de eso TENÍAMOS que firmar un contrato escrito, puesto que era la mejor manera de resguardarnos ambos en caso de algún desacuerdo. El tipo, pese a estar aquí en Caracas, me puso los mil y un peros para reunirnos, y me dijo que me enviaría el contrato firmado y escaneado (digitalmente), y también me dijo que no requeriría factura. Está bien, para mí, normal.
Recibí el contrato, el primer pago, y empecé a trabajar. Pasó el primer mes y ellos nunca aparecieron, nunca preguntaron cómo iba, qué tal los avances ni nada.
Llegó el segundo mes, fecha de pago, le indiqué al tipo que tocaba hacer el 2° pago, y lo hicieron. Le dije que ya era necesario que revisáramos juntos los avances del proyecto, para ajustar, corregir, modificar y cambiar todo lo que creyeran necesario, es decir, lo normal en todo proyecto web: se hacen muchas modificaciones y se ajusta hasta que el cliente quede satisfecho. Esa es la premisa.
El tipo aceptó, pero por Skype. Nunca presencial. Lo cual no me molestó, puesto que estaban cumpliendo con su parte del contrato, hasta ahora. Nos conectamos, revisamos, vimos los avances hasta la fecha y tomé nota de los cambios y ajustes propuestos por el tipo. En palabras del “gerentucho”: “Va muy bien, voy a comentarle a mis jefes y al dueño los avances”.
Al pasar una semana el tipo me llama y me dice que “los jefes estaban muy molestos con el diseño de la web, puesto que no se estaban cumpliendo los parámetros exigidos por ellos, como algunos colores y algunas imágenes”. Le indiqué que eso era normal, que precisamente la revisión de un proyecto web era PARA AJUSTAR los avances y corregir, que dichos cambios se harían y se mostrarían para la próxima vez que nos conectáramos, en un par de semanas más.
El tipo “aparentemente” entendió y aceptó.
Pasaron las dos semanas para la nueva revisión. Tres, cuatro, cinco semanas, se venció un nuevo pago y el tipo no aparecía, ni por correo electrónico ni por WhatsApp. Le indiqué que teníamos que conectarnos para revisar, pero que también tenían que ponerse al día con el 3er pago.
El tipo me informó que le había dado gripe, que le habían robado el teléfono y que no tenía Internet en la oficina, pero que pronto revisaríamos. Las semanas pasaron y pasaron. Yo hice los cambios correspondientes de colores e imágenes pedidas por ellos. Y llegó la fecha del 4° y último pago del contrato. Y el tipo sin aparecer.
Pasaron más semanas, hasta que el tipo me escribió, diciéndome que lo habían robado nuevamente, y que por eso no tenía teléfono (algo entendible en nuestro país), pero que ya estaba disponible para conectarnos por Skype y ver la web. Acordamos para un día X conectarnos y revisar. Llegó el día y el tipo no apareció. Pasaron nuevamente las semanas ¡y nada! Dos meses más y nada… hasta que un día me escribió diciéndome que “sus jefes estaban muy molestos porque yo no había cumplido con los tiempos de entrega, y que quería ver la web YA”. También me acotó que la página web no estaba en inglés, y que él me lo había pedido así.
Le expliqué, en correcto español, y con la decencia y sarcasmo que me caracteriza, que el proyecto ya tenía más de dos meses vencido, que se habían atrasado con sus pagos y que él se había desaparecido. Que el retraso NO ERA MI CULPA, y que si querían ver los avances del proyecto TENÍAN QUE PONERSE AL DÍA CON LOS PAGOS PENDIENTES, tomando en cuenta que el tiempo había pasado y aquí en el país la inflación galopa. Y que además, lo de la página en dos idiomas no estaba estipulado en el contrato, que lo releyera, y que yo no tenía problemas en ponerle la página en chino, si era necesario, pero tenían que pagar primero. (¿Ya ven la importancia de un contrato?).
El tipo me dijo que NO. Que quería ver la web “para ver si me pagaban”. Y yo lo mandé a lavarse ese culo, así, en correctas metáforas y siempre con la educación por delante. Le dije inepto y él ni se enteró. Le dije que me pusiera en contacto con “los jefes malhumorados” para solucionar el malentendido.
Pasaron 3 semanas más, ¡y nada!
Hasta que un día entra una llamada a mi teléfono de un número internacional, ¡y era el famoso jefe! El tipo, muy educado, se presentó como el “presidente de la corporación”, y quería saber qué pasaba con la web porque “no estaba al tanto de lo que sucedía”; también me indicó que la persona que siempre estaba en contacto conmigo ya no formaba parte de la compañía, por lo que ahora nos entenderíamos él y yo.
Le eché todo el cuento que han leído hasta ahora. El tipo me pidió pruebas. Así que le reenvié todos y cada uno de los correos y las conversaciones por WhatsApp, y le aclaré lo de los cambios, las revisiones, los atrasos, la página en dos idiomas (cosa que no estaba en el contrato, pero que yo podía hacer sin ningún problema) y todo lo que requerían, PERO PRIMERO TENÍAN QUE PAGAR, puesto que yo no estaba ya dispuesto a trabajar de gratis.
El tipo me amenazó con un abogado, por INCUMPLIDO. Yo, me cagué de la risa y le dije: “LEE EL CONTRATO QUE TU EMPLEADO ME FIRMÓ. Allí están bien claras las fechas de pago, las cláusulas, las condiciones y los acuerdos. Yo me ciño al contrato, ¿lo estás haciendo tú?”
El hombre, cual Cantinflas, gagueó, y me dijo que me entendiera con su abogado. Y yo: “Llama a Chávez si tú quieres. Si no hay pago, no hay página”.
Pasaron dos semanas más y me llama un día un tipo, haciéndose pasar “supuestamente” por el abogado de la firma internacional bla, bla, bla. El tipo, con la jerga típica de los abogados estúpidos que te quieren meter miedo, quiso amedrentarme y amenazarme con que si yo no entregaba la web, me iban a demandar. Le dije al tipo: “¿Tú no has leído el contrato que tu cliente me firmó? Allí bien clarito se establece que para dirimir las diferencias se utilizarán los tribunales de Caracas, Venezuela. Supongo que sabes cómo es la justicia en nuestro país, ¿verdad? ¿Sabes que te vas a echar meses, tal vez años, exigiendo algo en un país en donde reina la impunidad y el retraso judicial? ¡Échale bolas! ¡Demándame! Yo espero sentadito la citación…”
Pasaron las semanas… y el presidente de la estafadora corporación me escribe diciéndome: ¿Y mi página? A lo que le respondí: “Ya hablé con tu abogado, que dicho sea de paso, parece un recién graduado. Si me vas a demandar, dale. Lo que te quisiste ahorrar con mano de obra barata en Latinoamérica te lo vas a gastar en un abogado chupasangre y una demanda que NUNCA va a proceder, ya que yo tengo el contrato en mis manos y todas las pruebas de tu incumplimiento… ¡Tú me dices!”
El tipo nunca más llamó, cambió la clave del hosting que me habían dado para yo hacer la instalación y diseño de la web… y como si nada, montaron una página web completamente distinta a lo que yo había elaborado, una mamarrachada, por cierto.
Claro está, con tantas semanas sin respuesta alguna, yo ya me había metido en el hosting, respaldado todo lo que había hecho del proyecto web, y borrado todo, dejando la web en blanco, ¡por si acaso! ¿O qué pensaban? ¿Que el tipo iba a cambiar la clave de su hosting y se iba a quedar con lo que yo les había diseñado hasta ahora? ¡No, papá!
Así que, estimados lectores y emprendedores que me lean, sirva este caso como escarmiento para todos. El venezolano se la tira de vivo, y si vive en el extranjero, ¡peor! Quiere joder a sus paisanos o a los que tienen menos experiencia o conocimiento en el exterior que ellos. Se llevan su viveza criolla a otras latitudes, mal poniendo el gentilicio venezolano con sus trampas y fechorías.
Empresas fraudulentas, engañadoras, explotadoras y estafadoras como HRBIntel tienen los días contados y están destinadas al fracaso, ya que se sirven de pendejos para obtener grandes beneficios y joder a los demás, y los negocios así no duran mucho.
No te dejes joder por esta basura de empresa.
¡Y comparte esto en tus redes sociales para que más personas se enteren y no se dejen joder por este ladrón, vivo’e la pepa!
Pero no todo es tan malo como solemos pensar. De todo tenemos que sacar siempre un aprendizaje. Gracias a estos LADRONES aprendí a no confiar en venezolanos del exterior. Aprendí que si eres venezolano y vives en el exterior, ganas en dólares y tienes cómo, así que NO ME VENGAS CON LLORANTINAS, REGATEOS Y PICHIRRERÍAS. Tú, venezolano que estás en el exterior: Si buscas “mano de obra barata” tendrás que buscarla en Filipinas, Taiwan o África, porque aquí en Venezuela, o por lo menos conmigo, ¡ESTÁS JODIDO! Paga tu vaina a precio full y por adelantado. Si no, anda a Alemania, a Estados Unidos, a España o a Francia y paga el precio real.
Ojalá todos aprendan de mi mala experiencia con estos estafadores y ni por casualidad hagan negocios con ellos.
¡Este es su logo! ¡No se dejen estafar!
Y esta es su página web: H&R Business
Gracias Gordones por el dato y que malo que te haya pasado. Más de uno que quiere iniciar en este negocio cae completico por estos estafadores.
¡Así es! Hay que estar pilas con estos ladrones y estafadores…